lunes, 23 de noviembre de 2015

Siento la espera.

Había como mínimo ciento setenta y dos papeles tirados en el suelos. Blancos, azules, verdes y amarillos. En los azules solo había ideas difusas, ilusiones que difurcaban en otras y así creaban un insólito 'tal vez'. En los verdes escritos, poemas y diez o menos canciones. Los poemas eran casi todos de corazones rotos pero ninguna canción hablaba de amor. En los papeles amarillos, más pequeños que todos los restantes, había quizás alguna frase corta de algún autor famoso, algunas eran ideas que sólo se anotaban por si en algún momento era necesario recordar que no quedaba leche o que con un libro específico había que tener cuidado porque tras leerlo, podías creer que todo iría bien.
En los papeles blancos estaban boceteadas las ideas que nadie debe olvidar nunca. Trazos de la historia y la filosofía. Había textos de Copérnico, Teresa de Calcuta, Edgar A. Poe, Elvis o Isabel Allende. Todos comenzaban con una duda, una cuestión, una pregunta. El texto seguía de una razonable respuesta y su consiguiente explicación hasta dar paso a un párrafo, habitualmente breve, donde se plasmaba la conclusión pertinente que el autor o autora consideraba necesario expresar en ese momento, tras horas discurriendo el finiquito.

Supongo que alguien pondría los ciento setenta y dos papeles en el suelo para que yo los encontrase. De lo que fuera que quisieran que me diera cuenta, a día de hoy es para mí una incógnita exactamente igual que cuando llegué a mi piso aquel día.

He pasado largas horas imaginando que hubiera pasado si me hubiera detenido más a fondo y me hubiera fijado que a mi izquierda había un papel distinto que pusieron para mí. Puede que la única finalidad del granuja que propició aquel desastre hubiera sido verme histérica ante tal cúmulo de mierda y desorden. He concluido, en la mayor parte de mis horas de imaginación que probablemente solo querían volverme loca haciéndome buscar algo que no había que encontrar.

En cualquier caso, hace para mí casi mil años de aquello, por decirlo de algún modo, y lo que sí puedo afirmar es que he pasado horas y horas imaginando qué hubiera pasado si me hubiera detenido más a fondo en ese caos de papeles de colores que yo misma había escrito.
Pulga
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lunes, 6 de abril de 2015

Querida Realidad:

"Dieciocho años. Toda la vida por delante. Todo un abanico de posibilidades abierto para ti. Ahora mismo estás a punto de ser lo que quieres ser. Es el momento para empezar a llevar tu vida por el camino que siempre has deseado. ¡Joder, son los dieciocho! ¡A vivir!"

Me seguiré sintiendo igual, o tal vez no. Qué triste es el no tener nada claro justo en el momento en el que tienes que comenzar a aclarar tus ideas. Estar a pocos pasos de la universidad y, por ende, de una carrera a la que dedicaré al menos los próximos cuatro años. ¿Qué ocurrirá si me equivoco? ¿Qué pasa si este no es mi camino? ¿Cuánto puedo ganar o cuánto voy a perder?

Nadie que responda a estas preguntas, o mejor dicho; todo el mundo quiere responder a mis preguntas. Creen que saben lo que dicen y me contestan de la forma más emotiva o más sincera que creen que necesito. No necesito que me digan que todo irá bien, de hecho, creeré al primero que me diga lo contrario. Que va a ser difícil. Eso sí que me lo creo.

Las dudas, esas no cesan. Yo que siempre he sido de respuestas, ahora me quedé sin ellas. Y Dios, cuantos cambios he experimentado en este ultimo año. Cuanto se ha desmoronado todo. Es como si llevara una venda en los ojos durante mucho tiempo, durante un tiempo que ahora me parece imposible y cuando me la he quitado todo estaba ya en ruinas. ¿Y quién se atreve a ser fuerte ahora? ¿A quien cojones le queda fuerzas? A mí no. Yo ya no. Sin excusas, sin mentiras. Sólo no.

La vida y sus cambios. Mis cambios y la vida. Las etapas que acaban, los besos que siguen o el adiós que jamás podré decir. La lluvia que me enfrascaba la piel y ahora me moja los zapatos y por ende, los pies. Quizás sea mi modo de ver la lluvia, quizás sea la lluvia y su modo de verme. Puede que sea que me tomé demasiado tiempo para mí. Debo aprender a controlarlo. Aprender a racionarme. Pero yo soy impulsiva. Que mal me va a ir la vida...


Pulga
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viernes, 2 de enero de 2015

Qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito cometí.

Ella había crecido grande en una ciudad enorme. Era distinta frente a todas las demás chicas y yo la veía incluso distinta a cualquier persona que antes hubiera conocido. Ella se llamaba Jessica, o Sofía, quizás Blanca, o Lara, o Paula o tal vez Alba o tal vez no. Ella era muchas personas dentro de su mismo ser y supongo que eso era lo que tanto la enriquecía. Estaba repleta de muchedad por cada esquina de su gran cuerpecito. Supongo que de aquel entonces ella no sabía nada aunque creía saberlo todo. Nunca escucho ninguna advertencia asíque para ella simplemente, no existía la posibilidad de desastre. Sin embargo, que no las escuchara no significaba que no se le aparecieran. Sí aparecían, estaban a su alrededor donde quiera que fuera.

Creo que al principio ella prestaba atención a los avisos, a las amenazas que a su lado incrementaban. Creo que se asustó. Creo que tuvo miedo. Y creo que el miedo le hizo esconder su gran cabecilla en la cama. En una cama que no era la suya, y de esto último estoy seguro. 

Quizás fue en la otra cama- la que no era suya y sin embargo le pertenecía- donde empezó a preguntarse todo lo que a su alrededor pasaba. El por qué de todo lo que sucedía, las medidas de las cosas, sus funcionamientos y, aunque, ya antes se había presentado cuestiones, nunca antes las preguntas le habían hecho tanto daño como hasta entonces. Y fue en ese momento en el que ella empezó a soñar, a soñar contra todo pronóstico y sin ningún patrón vigente. 

Cuanto más agrandaban las advertencias convertidas en amenazas que daban un resultado de miedo, mas pequeña se hacía ella. Y soñar, como ella lo hacía, como a mí me encantaba, ya no era placentero, ya no era bueno para ella, ya no estaba Bien. 

Y así fue como poco a poco, a medida que envejecía, se iba convirtiendo en nada siendo poco a poco más pequeña. Muy poco a poco.


Pulgas
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